CARRERAS DE CABALLOS EN MÉXICO

CARRERAS DE CABALLOS EN MÉXICO

CARRERAS DE CABALLOS EN MÉXICO

Inicialmente, es esencial conocer las características de los mejores caballos para competir.
Además de su velocidad, es vital considerar su resistencia y entrenamiento.
Por otro lado, algunos caballos tienen un linaje de campeones, lo que puede influir en su desempeño.
Sin embargo, no solo la genética juega un papel; el entrenamiento adecuado es crucial.
Por supuesto, la elección de un buen jinete también es determinante para el éxito.
Después de seleccionar el caballo ideal, es recomendable invertir en un buen equipo de competencia.
Mientras que algunos prefieren caballos jóvenes, otros buscan experiencia en la pista.
Finalmente, más allá de la competición, es esencial que el caballo y el jinete tengan una buena relación y conexión.
México alberga algunas de las carreras de caballos más emocionantes.
La tradición ecuestre en México tiene raíces profundas.
Eventos destacados atraen a miles de espectadores cada año.
Aficionados y jinetes muestran su pasión en cada carrera.
El deporte ecuestre celebra la cultura y la historia de México.

Las carreras de caballos en México tienen su origen con la llegada de Hernán Cortés en Veracruz en 1519. Cuenta la leyenda que, para impresionar a Moctezuma, el conquistador ordenó a varios jinetes correr a lo largo de la playa. Es importante destacar que era la primera vez que los antiguos habitantes prehispánicos veían a semejante animal, por lo que quedaron asombrados.

Las carreras de caballos continuaron dándose de manera informal durante muchos años hasta la llegada de los diplomáticos ingleses y norteamericanos, después de la independencia. A partir de ese momento, este deporte comienza a ser algo serio. Los ingleses impusieron un estilo que demandaba pistas circulares, clubes establecidos, caballos y jinetes propiamente entrenados.

En el año 1881 Pedro Rincón Gallardo funda el Jockey Club, que tuvo como primera sede la antigua casa del Conde de Orizaba conocida popularmente como la Casa de los Azulejos. Reuniendo a los apellidos más poderos de la sociedad porfiriana, con el objetivo de mejorar el ganado caballar, abrir un casino y un hipódromo.  En poco tiempo, el Jockey Club se convirtió en el centro de reunión de la sociedad masculina de la época.

Para el año 1882 fue inaugurado el Peralvillo, el primer hipódromo formal de la ciudad de México. Con el paso del tiempo fue quedando lejos de la zona céntrica y el Jockey Club decide en 1910 inaugurar uno nuevo en la Condesa, estando activo hasta los veintes.

El deporte hípico no se limitaba a las carreras, también incluía torneos de polo organizados por Polo Club y las charreadas, estas últimas a cargo de la Asociación Nacional de Charros. Posicionando a este increíble deporte en esos días, en la atracción más grande para los capitalinos.

Para los años 40 del siglo XX, los hipódromos de Peralvillo y la Condesa habían desaparecido para dar lugar a dos importantes zonas residenciales. Parecía que el furor por los caballos se había ido con ellos…

Entonces, Manuel Ávila Camacho, que tenía fascinación por estos animales, se unió con el empresario Bruno Pagliai para construir el Hipódromo de las Américas que fue inaugurado en 1943 y que hasta ahora es el único en la ciudad.

Al día de hoy, el gusto por el deporte hípico continua y el hipódromo de las Américas sigue siendo un lugar frecuentado, algunas personas son fieles conocedoras del deporte y otras simplemente curiosas con ganas de pasar un día diferente.